¿QUÉ SABEMOS DE JESÚS DE NAZARET?
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El
primer dato de la vida de Jesús es que nace en Belén o en Nazaret. El tema
puede discutirse. Nace probablemente el año 6 antes de Cristo.
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El
segundo dato de la vida de Jesús es haber sido discípulo de Juan el Bautista. Probablemente
vivió una larga época de discipulado con Juan en torno a Qumran, el Mar Muerto
y el río Jordán. El hecho de que Juan bautice a Jesús nos da a entender que
éste fue discípulo suyo, porque el maestro
bautiza a sus discípulos. En este período de tiempo con Juan, Jesús fue descubriendo su
propia vocación. Es decir, Jesús no sabía de su futuro más de lo que nosotros sabemos
del nuestro. Si lo hubiera sabido, no habría sido hombre igual en todo a
nosotros menos en el pecado (cf. Hebr 4,15). Ya he subrayado antes que por fin
nos hemos enterado de que Jesús fue hombre. Por tanto, no sabía lo que le iba a
pasar mañana. O lo sabía igual que nosotros cuando tenemos una previsión futura
de las cosas que nos van a ocurrir o que vamos a hacer. Jesús empieza a
descubrir y responder a la pregunta de toda vocación: ¿quién soy yo? ¿qué voy a
hacer con mi vida?, ¿qué quiere Dios de mí? Es aquí, a la hora de responder a
estaspreguntas, donde Jesús se va a separar de Juan.
Como
a la larga ocurre con la mayor parte de los discípulos, sea quien sea el
maestro, también Jesús deja de identificarse con el suyo, reacciona frente a él
y acaba separándose: Jesús no predicará lo mismo que Juan el Bautista.
·
El
tercer dato es la predicación de Jesús: el Reino de Dios es inminente. Juan
Bautista predicaba: «la ira de Dios está cerca» (cfr. Mt 3,1-12). Jesús se
separa de Juan, se independiza, y predica algo distinto: «el Reino de Dios está
a punto de llegar». Algunos de los discípulos de Juan se unen a Jesús, y éste
comienza su predicación por su región, en torno a Cafarnaum, ciudad importante
como centro comercial de pesca junto al lago de Galilea. Hoy estamos a años luz
de la concepción que la Teología liberal tenía de Jesús como un maestro de vida
moral. Jesús no predicó un código de virtudes que tengamos que ejercitar. Jesús
sólo predicó que la llegada del Reino de Dios era inminente: «No desaparecerá
esta generación sin que todo esto suceda» (Mt 24,34).
Reino de Dios y Reino de los
Cielos, como lo llama el evangelio de Mateo, son lo mismo, ya que los judíos
nunca pronuncian el nombre de Dios —ni lo mientan siquiera—, y utilizan sustitutivos
para referirse a Él. Con toda probabilidad, el evangelio de Mateo fue escrito
para cristianos provenientes del judaismo que vivían en el área de Antioquía,
en Siria.
Me interesa mucho subrayar lo
siguiente: el Reino de Dios es Dios. Es un genitivo epéxegético, es decir, un
genitivo explicativo. Cuando yo digo: «la lagarta de Luisa» o «el tonto de mi
hermano», no estoy diciendo que Luisa tenga una lagarta ni que mi hermano tenga
un tonto en casa, sino que Luisa es una lagarta o que mi hermano es tonto. El
«Reino de Dios» es Dios mismo; Dios mismo desde un punto de vista concreto: el
de su actuación en este mundo y en esta historia nuestra. La cuestión planteada
a los contemporáneos de Jesús, especialmente a los imbuidos de la mentalidad
apocalíptica, es si Dios actúa en este mundo y en esta historia o no; y si
actúa, cuándo lo hace o lo va a hacer y bajo qué condiciones. Jesús predica que
la llegada del Reino de Dios es inminente. Esto quiere
decir que la esperada actuación de Dios en este mundo comienza ya, que ya se
nota su presencia.
Jesús nunca describe el Reino de
Dios. No dice qué es, ni qué significa esa actuación de Dios en el mundo. Por una razón
sencilla: todo ello está descrito con suficiente claridad en el Antiguo Testamento.
Algo que con frecuencia se oye decir, hasta en la predicación (que el Dios del
Antiguo Testamento es un Dios del castigo, del temor y de la Ley, y que el Dios
del Nuevo Testamento es un Dios del amor y del perdón) es en gran medida falso.
El primero que lo sostuvo, Marción, es quizá el primer hereje de importancia en
la historia de la Iglesia. El Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios del perdón
y del amor que el Dios del Nuevo Testamento.
Lo que Jesús predica no es que,
frente a un Dios del castigo, haya un Dios del perdón y del amor, sino que este
Dios del perdón y del amor del Antiguo Testamento empieza a actuar «desde ya».
Que ese Dios está cerca.
Tomado de:
Cristología para empezar. José Ramón Bustos Saiz
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