Escucha el despertar de la Naturaleza
y como da la bienvenida al nuevo día...
Observa cómo se mezclan en la Naturaleza
el silencio y la canción:
¡cuán variados son los cánticos de la creación,
cuán profundo es su silencio!
Ninguno de los sonidos de la Naturaleza
altera el Eterno Silencio
que envuelve al Universo.
Si escuchas esos sonidos,
algún día oirás el Silencio.
¿Qué sentimiento crees tu que expresa la Creación
al despertar,
al reemplazar con su actividad
la quietud de la noche?
Presta oidos ahora a tu corazón.
También en él hay una canción
porque formas parte de la Naturaleza.
Si nunca has oido la canción,
es porque en realidad nunca has escuchado.
¡Escucha! ¿Qué clase de canción es?
¿Triste...alegre...
esperanzada...tierna...?
También hay silencio en tu corazón.
Si consigues ser consciente
de cada pensamiento, de cada distracción,
de cada fantasía y de cada sentimiento,
no podrás dejar de sentir ese silencio...
Observa ahora cómo la canción de tu corazón
se mezcla con la canción de la Naturaleza
que te envuelve por todas partes...
Escucha.
Cuanto más sensible sea tu escucha,
tanto más silencioso serás tú.
Y cuanto más silencioso seas,
tanto más sensible se hará tu escucha.
Jesús y las parábolas.
Seguimos centrándonos en la figura del Jesús que aparece en los Evangelios. Su pasión por el Reino de Dios y como trata de hacerlo entender a todo el pueblo judío que va visitando.
Es muy característico de Jesús que trata de enseñar mediante parábolas. La mayor parte de las parábolas
reflejan de tal manera el ambiente palestino contemporáneo de Jesús que no se
puede dudar de su autenticidad. Las parábolas fueron, pues, contadas por Jesús.
Su originalidad no está en que Jesús utilizara ese tipo de narraciones para impartir
sus enseñanzas, pues era frecuente que los maestros en Israel enseñaran en
parábolas. Se nos ha conservado también un número relativamente importante de parábolas pronunciadas
por rabinos contemporáneos o algo posterioresa Jesús. Sin embargo, las
parábolas, que constituyen
la
forma propia de Jesús de hablar y de enseñar, nos conservan, sin duda, lo más
nuclear
y
original de su enseñanza sobre el Reino de Dios. La mayoría de ellas comienzan así
precisamente: «El Reino de los Cielos se parece
a...» Es decir, «Dios, cuando actúa con los hombres, se parece a...» Por otra
parte, gracias a las parábolas podemos conocer mucho de la personalidad de
Jesús, de su cultura y de su sensibilidad. Jesús nos habla de siembra y de
pesca, de viñadores y pastores, de mujeres que amasan el pan y de comerciantes
en perlas, de banquetes de boda y de hijos que se marchan de casa...
El mundo agricultor, pastoril y pescador de
Galilea rezuma en sus historias.

Lc 14, 15-24
Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que
pueda comer en el Reino de Dios!» Él le respondió: «Un hombre dio una
gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a
decir a los invitados: "Venid, que ya está todo preparado." Pero todos a
una empezaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un campo y
tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses." Y otro dijo: "He comprado
cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses." Otro
dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir." «Regresó el siervo y se lo
contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su
siervo: "Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar
aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos." Dijo el siervo:
"Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio." Dijo el señor
al siervo: "Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se
llene mi casa." Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará
mi cena».

La iniciativa es de Dios, representado por el hombre que invita a una cena. Los invitados parecen todos de un cierto nivel social, con bienes, criados,...etc. No son gentes del pueblo sencillo. Quizá se alude al elitismo existente en el judaismo en tiempos de Jesús, con las consiguientes diferencias entre sacerdotes, ancianos del pueblo y fariseos y el resto de la sociedad.
La desilusión de Dios para con los representantes de su pueblo se ve clara en la parábola. Todas las excusas, unas más comprensibles que otras, expresan la opción judía por los bienes materiales, por encima de la valoración del banquete y de quien invita.
La última parte del mensaje de la parábola la encontramos en la llamada universal de Dios a la participación de los hombres en el banquete. No puede ser más generosa: " a los pobres y lisiados, ciegos y cojos... a todos hasta que se llene mi casa". Un Dios que invita, ante los representantes del pueblo elegido, a todos los que éstos consideran "impuros", forzosamente tenía que escandalizar a quienes siempre se habían creido los elegidos de Dios, un pueblo exclusivamente suyo.
Un banquete dificil de soñar. Las diferencias quedan abolidas, rotas las jerarquías, anulados los méritos, los buenos y los malos en amigable convivencia y, si hay algún preferido, éstos son los pobres y lisiados, los ciegos y los cojos, todos los marginados. A nadie se le obliga pero a todos se invita. Si alguien falta es sólo el que se autoexcluye.
me ha parecido lo que he leído muy bonito y que el texto tiene razón porque nosotros mismos nos excusamos.
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